26 de marzo de 1944
Me pregunto si quienes viven en un hogar tibio y confortable tienen alguna idea de lo que puede significar ser un mendigo. ¿Alguna vez se ha preguntado esa gente "buena y amable" cómo es la vida de los pobres, grandes y niños, que los rodean? Es verdad, todos damos unas monedas a un mendigo de vez en cuando. Pero en general se las ponemos de prisa en las manos y cerramos la puerta de un golpe. Y, lo que es más, el generoso donante suele estremecerse por tener que tocar una mano tan sucia. ¿Es verdad o no? Luego la gente se asombra de que los mendigos se hayan vuelto tan maleducados. ¿No le ocurriría a cualquiera a quien se trate como a una bestia y no como a un ser humano?
Está mal, muy mal, en verdad, que en un país orgulloso de sus leyes sociales y de su alto nivel de cultura la gente se trate mutuamente de ese modo. La mayoría de las personas acomodadas consideran al mendigo un ser despreciable, sucio y abandonado, grosero e inculto. ¿Pero alguna vez se preguntó uno de ellos qué llevó a esa gente a ser como es? Comparemos sus hijos con estos niños pobres. ¿Cuál es la diferencia, en realidad? Los primeros están limpios y bien vestidos, los segundos sucios y descuidados. ¿Es esto todo? Sí, es en realidad la única diferencia. Pero si un pobre niño mendigo recibiese buena ropa y aprendiese buenos modales, no habría ninguna diferencia.
Todos nacemos iguales, ellos indefensos e inocentes también. ¡Todos respiramos el mismo aire, muchos creen en el mismo Dios! A pesar de ello, sí, a pesar de ello, la diferencia puede ser tan inconmensurable a causa de que tanta gente nunca ha determinado en qué reside en realidad... Todos nacemos iguales, todos debemos morir, y nada queda de la gloria terrena. ¡Las riquezas, el poder, la fama duran sólo pocos años! ¿Por qué se aferra la gente en forma desesperada a estos bienes transitorios? ¿Por qué quienes tienen más de lo que necesitan para sí no pueden dar lo que les sobra a sus semejantes? ¿Por qué deben algunos tener una vida tan dura durante sus pocos años en el mundo? Pero sobre todo, demos estos dones con bondad, en lugar de arrojarlos a la cara. Cada cual tiene derecho a una palabra amistosa. ¿Por qué hay que ser más amable con una mujer rica que con una pobre? ¿Alguien estableció la diferencia entre las dos? La verdadera grandeza de una persona no reside en la riqueza ni en el poder, sino en el carácter y en la bondad. Todo el mundo es humano y todos tenemos nuestras faltas y defectos, pero todos nacemos con algo de bueno en nosotros. Y si comenzáramos por estimular lo bueno en lugar de sofocarlo, por dar a los pobres la sensación de que también son seres humanos, ni siquiera se necesitaría dinero ni bienes para hacerlo.
Todo comienza por las pequeñas cosas. Por ejemplo, no cedamos nuestro asiento en el tranvía sólo a las madres ricas, no. Pensemos también en las pobres. Disculpémonos por haber pisado a una persona pobre tal como lo haríamos con una rica. La gente siempre sigue el buen ejemplo. Seamos quienes damos ese buen ejemplo. No pasará mucho tiempo antes de que nos imiten. Más y más personas se volverán compasivas y serviciales hasta que por fin nadie mire con soberbia a los pobres.
¡Ah, si sólo estuviésemos ya en ese punto, si nuestro país y luego Europa y finalmente el mundo entero viesen que la gente tiene buena voluntad hacia los demás, que todos somos iguales y que todo el resto es sólo transitorio!
¡Qué hermoso es imaginar que nadie tiene por qué esperar un sólo instante, sino empezar ya mismo, lentamente, a cambiar el mundo! ¡Qué hermoso es pensar que todos, grandes y pequeños, pueden contribuir de alguna manera a introducir la justicia ahora mismo! Como ocurre con tantas cosas la mayoría busca la justicia en otra parte y se queja por recibirla en tan poca medida. ¡Abramos los ojos y comencemos por tratar de ser justos nosotros mismos! ¡Demos de nosotros mismos, demos tanto como podamos! ¡Y siempre es posible dar algo, siempre, aunque sólo sea bondad! Si cada uno puede hacer esto y no mezquinar una palabra amable habrá mucha más justicia y amor en el mundo. Demos y nos será dado mucho más de todo lo que hayamos imaginado posible. ¡Dar, dar, dar una y otra vez, no perdamos el valor, mantengámoslo y sigamos dando! ¡Si lo hacemos, en pocas generaciones nadie tendrá que compadecer a los niños pobres ya, porque no existirán!
¡Hay mucho espacio para todos en el mundo, bastante dinero, riqueza y belleza para que todos los compartamos! ¡Dios creó lo suficiente para todos! Comencemos todos por compartirlo con justicia.
Anna Frank
(1929-1945)
(1929-1945)
2 comentarios:
esoooo.. todo es transitorio... y se le da más importancia que a lo verdaderamente importante
Muy cierto ....
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