Al Sanders
La clase de Escuela Dominical para niños de sexto grado estaba a punto de terminar. La maestra, muy aplicada, había planeado bien la lección, y sabía que era el momento de formular la pregunta clave. Cuando parecía que todos estaban prestando atención, dijo: «¿Quién quiere ir al cielo?»
Como era de esperarse, todos los niños levantaron la mano... excepto uno, que simplemente se quedó mirándola, pasivo e indiferente.
La maestra pensó que había enseñado mal, o que el niño no había comprendido la pregunta. Con una sonrisa, amablemente, reforzó la pregunta: «Querido, ¿tú no quieres ir al cielo?»
Rápidamente el niño respondió: «Sí, claro que quiero ir, algún día. ¡Pero de la forma que usted lo preguntó, pensé que estaba por mandar a unos cuantos ahora mismo!»
Como era de esperarse, todos los niños levantaron la mano... excepto uno, que simplemente se quedó mirándola, pasivo e indiferente.
La maestra pensó que había enseñado mal, o que el niño no había comprendido la pregunta. Con una sonrisa, amablemente, reforzó la pregunta: «Querido, ¿tú no quieres ir al cielo?»
Rápidamente el niño respondió: «Sí, claro que quiero ir, algún día. ¡Pero de la forma que usted lo preguntó, pensé que estaba por mandar a unos cuantos ahora mismo!»
Tomado del libro: ¡No dejes de reír ahora!
1 comentario:
Es grcioso.
Saludos Pablo Potter.
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