martes, octubre 30, 2007

No puede ser.


Tus Viejos


"Quédate aquí dijo la mujer aparentando afecto. Aquí vas a estar bien. Verás correr a los perritos y te vas a entretener." Luego puso una bolsa con pañales a su lado y una nota escrita que decía: "Me llamo John King; padezco la enfermedad de Alzheimer", y desapareció, abandonando al anciano en una pista de carreras de perros.

La que abandonó al anciano era Sue Gifford, mujer de cuarenta y un años de edad. El anciano abandonado era su propio padre, de ochenta y dos años, y víctima de Alzheimer. Para librarse de la carga que significa esa enfermedad, la hija lo llevó a una pista de carreras de perros y lo abandonó en su silla de ruedas. El juez la condenó a seis años de prisión.

Este caso, que apareció en uno de los periódicos de Estados Unidos, conmovió a toda la comunidad. Se sabe que la enfermedad de Alzheimer es dolorosa. Deja a la persona totalmente inhabilitada. No puede valerse por sí misma en nada. Es un caso patético del ser humano que ha perdido lo mejor que tiene: la chispa de la inteligencia. Esa es la condición de la víctima de Alzheimer. Es una muerte en vida.

No obstante, hay una ley universal que descansa sobre el ser humano: "Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios" (Éxodo 20:12).Es el quinto mandamiento del decálogo de Moisés.

Abandonar a los padres ancianos por cualquier causa que sea, y especialmente si es sólo por quitarnos de encima el estorbo que ellos nos resultan, no es sino ingratitud, desprecio y sobre todo deshonra.

En muchos lugares hay excelentes establecimientos especializados para prestar la atención debida a los ancianos. Y muchos hijos, con sabiduría y cariño, internan allí a sus progenitores inhabilitados. En algunos casos especiales y según las circunstancias esta puede ser una buena opción, sobre todo si los hijos no los abandonan, los visitan y estan pendientes de sus necesidades demostrando preocupación y ternura.

Sin embargo, cuando se da el caso de hijos que no tienen la facilidad de internar a sus ancianos padres en lugares como esos, tiene que ponerse en juego otros recursos. Aquí es donde entra un amor muy especial y un cariño único.

El mandamiento de honrar a los padres viene de Dios. También viene de Dios, para quien lo desee, la inspiración, la paciencia y la determinación de proceder conforme a los eternos y justos mandamientos divinos.

Honremos a nuestro padre y a nuestra madre. Algún día seremos nosotros quienes estemos en sus zapatos.

3 comentarios:

Reivajss dijo...

primero te regalare 7 sonrisas.. (mas de media docena)

y.. pues si.. he leído varios casos de ello.. indignante y triste.. el problema es que nadie se pone en los zapatos ajenos

Anónimo dijo...




Sabes?
casi me haces llorar con este post.. Soy una persona muy sensible y estas cosas me parten el corazon..

Yo trabajo en un centro de cuidado, asi que podria decirte que vivo esta enfermedad de muy cerca...

Aqui el estado ayuda a la familia para cubrir los gastos de la persona durante el tiempo que este en el centro. No puedo entender como es que esta mujer no opto por dejarlo en uno de estos...


Un beso, gracias por la visita :)

Nos leemos.


Rocío dijo...

Reivajss:Gracias por todos las sonrisas que siempre me regalas. Eres un encanto.

TruLy: La verdad es que es un privilegio trabajar con personas mayores, pues fueron los forjadores de la historia. Personas que dieron todo de si para que este lugar fuera mejor... Es indignante que puedan haber personas que no valoren al ser humano no importando su edad. Gracias por la visita y que se repita.