Hace unos días ofrecí una charla de motivación a un grupo de empleados de una librería. Antes de irme me obsequiaron varios libros y cedés. Entre los libros había uno con uno de los títulos más geniales que he visto en mi vida. Se llama “El libro de la información inútil”. El libro incluye datos como que Leonardo da Vinci estuvo doce años pintando los labios de la Mona Lisa; que la Torre de Pisa tiene 296 escalones y que la lengua de un camaleón tiene el doble del tamaño de su cuerpo.
¿Datos interesantes? Depende de a quién le preguntes. Pero lo cierto es que saberlos o no definitivamente no va a hacer diferencia alguna en nuestras vidas. La portada del libro abunda aún más en el significado de “información inútil”, explicando que aquí encontrarás “miles de cosas que jamás pensaste necesitarías saber porque probablemente no las necesitas”. Estas palabras me hicieron sonreír pensando en la cantidad de pensamientos y emociones inútiles que revolotean dentro de nuestras cabezas todos los días, y las cuales no hacen otra cosa que robarnos la energía, la paz y el balance. Cada uno de nosotros podríamos escribir un libro acerca de pensamientos inútiles que nos acompañan y obsesionan constantemente, que no nos sirven para nada, y que, sin embargo, si no nos cuidamos, podemos llegar a cargar durante toda la vida.
¿De qué nos pueden servir, por ejemplo, los rencores guardados hacia una persona o un grupo de personas por acciones pasadas? No resuelven lo que ya ocurrió y tampoco van a aportar a una vida futura más positiva. Sin embargo, cargamos con ellos. ¿Cuán útiles son los prejuicios y opiniones que hemos formado acerca de otros? Nos evitan, por un lado, abrirnos a experiencias nuevas y frescas, y por el otro, nos causan más estrés. Ésos tampoco nos sirven de mucho.
¿Cuánto puede aportar el chachareo de la crítica constante contra nosotros mismos? Frases como “No voy a poder”, “No sé ni para qué lo intento”, “Nadie me va a querer si saben cómo soy en realidad”, “Si pierdo mi belleza (salud, dinero, estatus, etc.), lo pierdo todo” o “¿Cómo me atrevo a aspirar a algo mejor?” Abundando en esta última, uno de mis grandes maestros siempre dice que la clave para saber si hay algo mejor para ti es que estés sufriendo. Ése debe ser el aviso de que algo mejor, o una alternativa diferente de ver las cosas, están esperando por ti.
Ah, y esa lista de emociones/pensamientos inútiles no estaría completa si no incluimos la culpa. Hay quien dice que sin culpa no hay arrepentimiento, pero yo difiero. Nos arrepentimos realmente cuando reconocemos la responsabilidad que tenemos por las consecuencias de nuestros actos. Y ese reconocimiento nos fortalece y nos empuja a crecer. La culpa, por el contrario, nos come por dentro y nos paraliza. ¿Qué utilidad hay en eso?
Como llevamos tanto tiempo con la cabeza y el corazón llenos de cosas inútiles, cabe la posibilidad de que al intentar vaciarlos nos sintamos incómodos y hasta fuera de balance. Algo que a mi me ha funcionado es hacer el esfuerzo por sustituir toda esa información inútil por pensamientos útiles y emociones constructivas. Puedes sustituir la negatividad del estrés por aquello que no puedes resolver, ubicándote en espacio y tiempo, enfocándote en el hoy y el ahora mismo. Como bien dice el maestro Shantideva, si un problema tiene solución, para qué preocuparte, y si no la tiene, entonces para qué preocuparte. De esa forma sustituyes la inutilidad del drama por una forma un poco más científica de ver las cosas.
Puedes identificar los pensamientos y emociones inútiles que más ocupan tu mente (y que generalmente son los mismos que se repiten una y otra vez) y darles un nombre, o si eres una persona más visual, una imagen. Y una vez los tienes identificados, puedes escoger una frase, una oración, un mantra, lo que quieras, para sustituirlos en el acto. Estarás transformando una energía estática y negativa por una creativa y poderosa. Tus pensamientos y emociones inútiles dejarán de ser tus mayores obstáculos para convertirse en tus más útiles herramientas. Y cuando descubras el potencial maravilloso de una mente llena de cosas útiles, podrás encontrarle sentido hasta a algo tan inútil como que los chinos inventaron el kétchup.
2 comentarios:
Me encantó esta lectura, gracias por ponerla aquí.
Muaks
La verdad es que le saqué mucho provecho a la misma...
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